martes, 31 de marzo de 2009

En pijamas

Yo estaba en pijamas, sin ganas de comer como era mi costumbre, debía haber ido a la escuela como lo hicieron mis otros hermanos, pero no, yo y mi hermana estábamos ahí.

Recuerdo la mesa con tasas y migajas de pan. La mesa era la misma en la que comíamos todos los días, de color verde agua, grande con lugares para todos.

Tal vez era lunes, el sol caía sobre el comedor fuertemente, no serían ni las ocho de la mañana pero el sol estaba casi anaranjado como si fuera ya muy tarde, no había razón para que sea un día especial pero éste lo era.

Silenciosamente mi padre fue arreglando su maletín negro, recogiendo sus camisas, sus polos y todos los artículos que tenía. Era el mismo maletín que cuando llegaba del trabajo él sacaba dulces, frutas, regalos y otras cosas que un niño adora. Recuerdo ese olor cada vez que él sacaba algo de el, nunca más lo he sentido.

Ese día mi padre ya no sacaba nada de él, mas bien guardaba todo cuanto podía. Mi padre mientras arreglaba lo que iba a ser parte de su nueva vida, yo mi hermana lo mirábamos, y tal vez nos dijo algo, pero mi mente ya lo ha olvidado y en mi recuerdo sólo queda el silencio.

Desde que tengo sentido recuerdo al carro rojo con nosotros, un wolsvagen, escarabajo. Elegido por mis padres por económico y seguro, aunque a mi me parecía incómodo, pero en él, nos íbamos a la playa todos los fines de semana, que podíamos. Recuerdo que corríamos y jugábamos en la arena Katy, Juanpa y yo. Ma preparaba las cosas y la comida que íbamos a llevar.

Pero esa mañana mi mamá no alistaba nada, esta regando el jardín y yo escuchaba el sonido del agua desde adentro de la casa. Recuerdo haberle preguntado a ella qué es lo que él estaba haciendo y ella me dijo - ya se va-.

Ya olvidé lo que sentía en ese momento, pero recuerdo que mi padre guardó en sus cosas; una taza blanca con una rosa roja que decía feliz día, un cubierto, una cuchara, un plato, una olla también el televisor pequeño que teníamos y usábamos cuando la luz se iba, la otra cama y el colchón que tenía de funda unas flores azules, que decían que era para mi hermano aunque nunca lo fue, porque era nuevo y tenían miedo que lo orine porque Juanpa todavía se orinaba la cama.

Además mi padre cogió la mesa rosada en la Juanpa y yo estudiábamos todas las tardes en el cuarto amarillo, la amarró a la parrilla. Arrancó el auto y finalmente se fue.

2 comentarios:

casa da poesia dijo...

entonces...chica!?...saca el pijama!...e...para ti...flores...

"the flowers are all right"...!?...the kids?!...

katy dijo...

q triste! me da penita,q horrible momento,lo bueno y lo malo de haber estado alli. Te quiero mucho